EL FONDO DEL POZO A LA VUELTA DE MI CASA

Ayer fui de nuevo a la Feria del Libro. Esta vez me retiré con un ejemplar autografiado de El hilo, de Eduardo Abel Giménez y Claudia Deglioulmini.

Lo primero que leí de Eduardo fue Un paseo por Carmajali (Norma, 2010). Después de ese libro extraordinario, quise leer otras cosas suyas. Durante algún tiempo sacié mi ansiedad con algunos cuentos publicados aquí, y más cuentos, chanzas, ideas, listas, divertimentos y otras ocurrencias, publicadas aquí.

Luego conseguí Quiero escapar de Brigitte (Comunicarte, 2007). En el camino, intenté contagiar mi entusiasmo por estas obras a otros lectores, no siempre con fortuna. Me alegró saber que Fernando Calvi tiene un parecer similar al mío respecto de la literatura de Eduardo. Lo que no me alegró fue enterarme que él, Fernando, había conseguido un ejemplar de El fondo del pozo, novela de Eduardo que yo venía buscando sin éxito hacía tiempo. ¡Maldito ilustrador! Me había ganado de mano.

En estos meses revisé los anaqueles de diversas librerías de viejo, esperando dar con el volumen. La novela puede leerse on line, pero yo quería el libro, editado por Minotauro en 1985.

La primera librería donde lo busqué está a la vuelta de mi casa. Es un gran local cuadrado, limpio, bien ordenado e iluminado. Tiene mucha literatura a precio razonable (como era hasta hace unos años, antes de que empezaran a arrancarte la cabeza por cualquier libro agotado).

El dueño es un muchacho pulcro, de trato muy formal, que suele vestir saco azul, camisa y boina, aunque a veces cambia la boina por un sombrero de cuero, estilo cowboy. Por lo general el local está en silencio. En ocasiones suena música country a un volumen bajo. Desde una pared, un antiguo, puntual e impecable reloj de cuco le abre las puertas a un pajarito de madera cada treinta minutos.

Allí busqué por primera vez, en vano, El fondo del pozo. Eso fue hace varios meses. Le siguieron otras librerías, con igual éxito.

Días atrás, alguien me recomendó una página que agrupa varias librerías y puestos de libros usados. Pregunté por El fondo del pozo. Un integrante de la red me contestó enseguida ofreciéndome la novela, y me llevé una sorpresa. No por el precio del libro –que, como esperaba, era exorbitante–, sino porque la librería oferente era justamente la que está a la vuelta de mi casa.

¿Cómo era posible? ¿Por qué nunca lo vi? ¿Lo habrían recibido hace poco? ¿Por qué siempre busqué por mi cuenta, sin consultar al librero?

Respondí el mail explicando que el precio estaba fuera de mis posibilidades. Al rato me ofrecieron una considerable rebaja, pero seguía siendo enojosamente caro.

Hoy aproveché la limpieza de mi biblioteca y separé siete títulos que no me interesa conservar –que en muchos casos ni siquiera leí–, y que sé que tienen algún valor de reventa. Amos Oz, Pérez Reverte, Elmore Leonard, Robbe Grillet, entre otros autores. Los cargué en una bolsa y me presenté en la librería. El librero me conoce, me ha visto muchas veces. Le expliqué que el del mail era yo, y le propuse el intercambio. Él estudió un rato mis libros. Como librero, sé perfectamente que mi oferta resultaba más que conveniente. Él sin embargo consideró que, entre todos, mis libros sumaban unos pesos menos de lo que valía El fondo del pozo. No dije nada. Toleré su puesta en escena con buen humor. Sonó el reloj cucú. Él volvió a revisar la pila que yo le había llevado. Al fin aceptó. Cambiamos mano a mano su libro por los siete míos y salí a la calle con El fondo del pozo. Ahora estoy en paz. Por lo menos hasta que empiece a leer esta (para mí) nueva invención del singular Eduardo Abel Giménez.

5 comentarios:

  1. Hace diez dias estuve por la Feria del Libro, y me llamó la atenci´n la tapa de El Hilo, no pude comprarlo, porque antes habia pasado por el stand del Fondo de Cultura Económica y me tenté con unos libros de Kitamura para mi niña y con otros de Birmajer , para niños también, asi que no me alcanzó para El Hilo.

    Me hablaron de Abel Gimenez, pero aún no incursioné, asi que gracias por los datos de las páginas de sus cuentos, voy a leerlos !

    saludos

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  2. Qué bueno Kitamura, ¿no?

    Los textos de Giménez no son necesariamente para chicos. En su blog, linkeado aquí mismo, podes leer algunos de los cuentos que publicó en Billiken.

    ¡Saludos!

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  3. Si se entera Pérez Reverte te ensarta de una estocada con su florete

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  4. ¡Me hiciste largar la carcajada!

    (Que no se entere, que no se entere)

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  5. Kitamura me encanta, no se si a mi niña , porque aún no habla, pero por sus gestos, intuyo que sí.

    Cuando crezca un poco más podremos probar con tus versiones de Heidi y Huckleberry Finn...

    Por ahora sigo buscando libros para los mas pequeños.

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