No digo ven conmigo, digo llévame.
¿Delante de un Santo o una Madonna, quién
diría: "ven, vamos a Túnez"?
Y si la imagen saliera a dar una vuelta,
¿quién no quisiera acompañarla, quién?
A treinta metros veo muy bien,
quisiera seguirte siempre a treinta metros,
y a veces, cerca de un río o una fuente,
acercarme a tanta irradiación,
si duermes, si reposas, si sonríes,
para después en la noche refugiarme en lo oscuro
y descubrir que brillo por mí mismo
y que sobre el grabador
con tu voz registrada en la cinta
se condensan apariencias luminosas
que en otro tiempo se llamaban ángeles,
formas suspendidas, espíritus aprendices
que de ti quieren en aquellos raros parajes
aprender pureza y ternura,
recato, verdad y otras artes angelicales
jamás vistas juntas, ni en aquellos lugares ni otros
o cómo se rinde una nación
bajando los párpados, simplemente.

J.R. Wilcock, Italienisches Liederbuch (Ed. Huesos de jibia).





He conocido hombres que dominan el arte de combinar una considerable falta de escrúpulos con una gran capacidad de indignación. Esta síntesis me pareció siempre admirable, increíble y nefasta. Pero sólo los niños pueden combinar la mala fe con la inocencia, y lograr un efecto armónico. Un chico a quien pregunté por qué acababa de matar una hormiga me contestó sin titubear: «Porque me estaba mirando».

En Dios, el mamboretá y la mosca, de Thomas Moro Simpson.



Jardín de los Chicos


Isla de los Inventos


Una de las cosas más lindas que conocí en Rosario es algo llamado Tríptico de la Infancia. Así lo describe la página de la municipalidad rosarina:

“Se trata de una propuesta de acción y transformación social que no pretende asentarse exclusivamente en los niños, sino que encuentra en los chicos los cómplices ideales para provocar cambios en los intercambios sociales.

El Tríptico propone ámbitos de convivencia donde los ciudadanos de todas las edades, formaciones y experiencias sociales puedan convivir y participar de espacios de integración creados con los principios de igualdad de oportunidades y construcción de ciudadanía (...)

Desde esta mirada, el acontecimiento y el conocimiento son entendidos como suceso, como suceder, un viaje exploratorio donde cuerpo e inteligencia no se definen por separado. Jugar es el verbo del aprendizaje, el modo de acción para investigar, experimentar, preguntarse. Implica a su vez, aprender a simbolizar, compartir y socializarse, participar y respetar al otro, apropiarse de los lenguajes constitutivos del pensamiento.”

El Tríptico lo conforman La Isla de los Inventos, el Jardín de los Chicos y La Granja de la Infancia. Es difícil describir estos espacios. Mi amiga Paz, que conoce el proyecto de cerca, dice que los tres lugares se construyeron sobre edificaciones ya existentes: una estación de trenes, un zoológico y un depósito de chatarra o algo así. La intervención en el espacio toma en cuenta la historia pero hace con ella algo nuevo.

Aquí pueden leer algo más.



En Rosario conocí a la Pirincha, un pájaro medio punk. Andaba con algo que parecía un gran pedazo de carne cruda en el pico. Se quedó cerca nuestro un buen rato. Creo que sólo intentaba hacerse ver por mi amiga para que ella lo incluya en su blog.


Si los gatos negros trajeran mala suerte, nadie los querría. Y ellos, para que nos los reconozcan, se harían pasar por otros animales. Se disfrazarían de mono, de avestruz, de conejo o de gallina. (¡Jamás de perro!).

Pero los gatos prefieren estirarse al sol, andar por los techos con la luna y sentir el viento en los bigotes antes que sentarse a coser, tejer, cortar y bordar para confeccionar disfraces.

Y eso demuestra que los gatos negros no traen mala suerte.









PASTAFARIS

El austríaco Niko Alm se sacó una foto con un colador de pasta en la cabeza para su registro de conducir.

Alm pidió el permiso para salir con esta foto después de leer que los tocados o prendas en la cabeza se permiten en las fotos oficiales sólo por razones religiosas.

El joven dijo que el colador era una exigencia de la iglesia a la que pertenece: la Iglesia del Monstruo de Espagueti Volador, cuyos miembros profesan el "pastafarismo".

En el sitio del grupo se señala que "el único dogma permitido en la Iglesia del Monstruo de Espagueti Volador es el rechazo al dogma".

Al parecer, el pastafarismo surgió hace unos años en Estados Unidos como "denuncia" contra sectores conservadores cristianos que empezaron a argumentar que la evolución biológica del mundo debía ser considerada como una creencia, una forma más de religión, y por lo tanto debía enseñarse también el creacionismo (visión según la cual el mundo, los seres vivos y el hombre fueron creados por un dios) en los colegios públicos, como un punto de vista alternativo.

¡En la Argentina también hay pastafaris!



aves extrañas



LOS ZAPATOS ROTOS, Natalia Ginzburg

Yo llevo rotos los zapatos y la amiga con la que vivo en este momento también lleva rotos los zapatos. Si le hablo del tiempo en que yo seré una vieja escritora famosa, ella inmediatamente me pregunta: «¿Qué zapatos llevarás?» Entonces yo le digo que llevaré zapatos de gamuza verde, con una gran hebilla de oro a un lado.

Yo pertenezco a una familia en la que todos llevan zapatos buenos y nuevos. Mi madre, incluso, tuvo que encargar que le hicieran un armarito especial para guardar los zapatos: tantos eran los que tenía. Cuando vuelvo con ellos, lanzan gritos de indignación y de dolor a la vista de mis zapatos.

Pero yo sé que también con los zapatos rotos se puede vivir. En el período alemán me encontraba aquí, en Roma, sola, y no tenía más que un par de zapatos. Si se los hubiera enviado al zapatero, me habría tenido que quedar dos o tres días en la cama, cosa que no me era posible. Por tanto, seguí llevándolos y, para colmo, llovió: notaba cómo se iban deshaciendo lentamente, cómo se volvían blandos e informes, y sentía el frío del empedrado en las plantas de los pies. Es por eso por lo que también ahora llevo siempre los zapatos rotos: me acuerdo de aquellos y no me parecen ya tan rotos por comparación, y cuando tengo dinero prefiero gastarlo en otra cosa, porque los zapatos no son ya para mí algo esencial. Fui mimada al principio por la vida, siempre rodeada de un afecto tierno y vigilante, pero aquel año en Roma estuve sola por primera vez, y por eso Roma me es tan querida, aunque está cargada de historia para mí, cargada de recuerdos angustiosos y de algunas pocas horas dulces. También mi amiga lleva los zapatos rotos, y por eso nos sentimos a gusto juntas. Mi amiga no tiene a nadie que le reproche los zapatos que lleva; sólo tiene un hermano que vive en el campo y que se pasea con botas de cazador. Ella y yo sabemos lo que pasa cuando llueve y las piernas están desnudas y mojadas, y en los zapatos entra el agua, y se produce ese pequeño rumor a cada paso, esa especie de chapoteo.

Mi amiga tiene una cara pálida y viril, y fuma en una boquilla negra. Cuando la vi por primera vez, sentada a una mesa, con sus gafas de montura de tortuga y su rostro misterioso y desdeñoso, con su boquilla negra entre los dientes, pensé que parecía un general chino. Entonces no sabía que llevaba los zapatos rotos. Lo supe más tarde.

Nos conocemos sólo desde hace unos meses, pero es como si nos conociéramos desde hace muchos años. Mi amiga no tiene hijos; yo, por el contrario, sí los tengo, y esto es extraño para ella. Jamás los ha visto sino en fotografías, pues viven en provincias con mi madre, y también el que ella no haya visto jamás a mis hijos resulta extrañísimo entre nosotras. En cierto sentido, ella no tiene problemas, puede ceder a la tentación de mandarlo todo a freír espárragos; yo no puedo. Así pues, mis hijos viven con mi madre, y hasta ahora no llevan los zapatos rotos. Pero ¿cómo serán de hombres? Quiero decir: ¿qué zapatos llevarán de hombres? ¿Qué camino elegirán para sus pasos? ¿Decidirán excluir de sus deseos todo lo que es agradable pero no necesario, o afirmarán que todas las cosas son necesarias y que el hombre tiene derecho a llevar los pies dentro de zapatos buenos y nuevos?

Mi amiga y yo hablamos largamente de esto, y de cómo será el mundo entonces, cuando yo sea una vieja escritora famosa y ella vaya por el mundo con su mochila a la espalda, como un viejo general chino, y mis hijos vayan por su camino, con los zapatos nuevos y buenos y el paso firme de quien no renuncia, o con los zapatos rotos y el paso largo e indolente de quien sabe lo que no es necesario.

A veces combinamos matrimonios entre mis hijos y los hijos de su hermano, el que se pasea por el campo con botas de cazador. Hablamos de estas cosas hasta muy entrada la noche y bebemos té negro y amargo. Tenemos un colchón y una cama, y cada noche echamos a cara o cruz para ver cuál de las dos dormirá en la cama. Por la mañana, al levantarnos, nuestros zapatos rotos nos esperan sobre la alfombra.

Mi amiga dice a veces que está harta de trabajar y que le gustaría mandarlo todo a freír espárragos. Quisiera encerrarse en una taberna para beberse todos sus ahorros, o bien meterse en la cama y no volver a pensar en nada y dejar que vengan a cortarle el gas y la luz, dejar que todo se vaya a la deriva poco a poco. Dice que lo hará cuando yo me marche. Porque nuestra vida en común durará poco: yo me marcharé pronto y volveré a casa de mi madre, con mis hijos, una casa en la que no me estará permitido llevar los zapatos rotos. Mi madre me cuidará, me impedirá usar alfileres en vez de botones y escribir hasta las tantas de la noche. Y yo, a mi vez, cuidaré a mis hijos, venciendo la tentación de mandarlo todo a freír espárragos. Volveré a ser grave y maternal, como siempre me ocurre cuando estoy con ellos, una persona distinta de esta de ahora, una persona a la que mi amiga no conoce en absoluto.

Miraré el reloj y tendré en cuenta la hora, estaré vigilante y atenta en todas las cosas, y me preocuparé de que mis hijos tengan los pies siempre secos y calientes, porque sé que así debe ser si se puede, al menos en la infancia. Más aún, acaso, para aprender luego a andar con los zapatos rotos, es conveniente llevar los pies secos y calientes cuando se es niño.



Mi participación en Cuentos para mirar, proyecto coordinado por Ana Lucía Salgado y Natalia Méndez. Fue grabado una mañana de invierno, no tan fría como la del cuento, pero lo suficiente para hacerme extrañar la cama y no decidirme del todo a despertar... Aquí el resto de los autores leyendo sus obras.





Del twitter de QuijoteConserva:

Nik está escribiendo la historia de un niño inquieto y curioso llamado Mafaldo.

Nik también está terminando de definir a Susanito, un amigo de Mafaldo, homosexual, que sólo quiere acceder al matrimonio igualitario.

En Mafaldo, Nik siguió los consejos del rabino Bergman y "Libertad" se llama "Seguridad".

Uno de los personajes más interesantes de Nik es un inmigrante chino, Manolito, que quiere poner una cadena de supermercados.

Nik está escribiendo una novela para adolescentes sobre un niño mago llamado Larry Porter.












DESTREZAS

En mi grado había uno que hacía un globo adentro del otro. Era el campeón del chicle, casi tan admirado como Lolo, capaz de voltear una latita de gaseosa con un gargajo a tres pasos de distancia. Tocarse la nariz con la lengua o doblar todos los dedos de la mano hacia atrás eran hazañas muy menores.


SI ALGUIEN TE LLEVA DE LA MANO, Roberta Innamico


Si alguien te lleva de la mano

te das cuenta de que la mano tiene corazón

dos manos juntas

se entienden más que todas las personas

que todos los seres

están juntas completamente

si alguien te lleva de la mano

solo la mano vive

el resto del cuerpo

está desmayado

la mente duerme

y vas como un barrilete

a cualquier lugar que siempre te sorprende.