EL GRAN PAN, Jürg Schubiger

En una ciudad vivía un panadero que poseía un gran horno. Era el único panadero de la ciudad, y el horno era como una iglesia de grande.
Una tarde, el panadero reunió todas sus existencias. Sacó del almacén sacos de harina y cogió agua, levadura y sal. Preparó la masa en una artesa en la que cabían veinte personas. Se metió dentro, y la masa le llegaba hasta los hombros.
El panadero amasaba con los pies y con las manos. Después esparció harina e hizo una montaña con la masa. Y la bola creía y crecía. El panadero llevó la leña en un carro. Construyó una valla alrededor de la bola y le prendió fuego. El calor era tal que los vecinos empezaron a sudar en la cama.
Cuando llegó la mañana, el fuego se había acabado. El pan estaba hecho.“¡Está bien!”, se dijo el panadero a sí mismo y al pan. Ató cuerdas alrededor del pan y enganchó el caballo. Luego se subió a la silla de montar y salió del horno a caballo. Salió por la puerta de su casa arrastrando el pan. Se detuvo en una plaza para llamar a todos los hambrientos. Dijo:
-Os he hecho un pan. ¡Comed todo lo que queráis!
Los hambrientos comieron hasta saciarse, y los niños treparon por el pan. El pan seguía siendo tan grande como al principio. Cuando el panadero lo vio, se subió al caballo y se fue con el pan al orfanato. Allí dijo:
-¡Os he hecho pan!
Los huérfanos comieron todo lo que pudieron, pero casi no se notaba nada en el pan, aunque el tutor de los huérfanos también comió y cogió un trozo grande para los siguientes días. El panadero siguió cabalgando y llegó a la cárcel. Allí invitó a los presos:
-¡Comed todo lo que queráis!
Los presos y los guardias comieron. Arrancaban trozos enormes del pan y se los llevaban. Pero el pan casi no variaba.
Al caer la tarde el panadero regresó a la plaza. Todos se sentían llenos; estaban alrededor del pan y hablaban entre sí. Entonces el panadero le dio de comer pan también a su caballo.
Cuando se hizo la noche, apareció en la plaza una mujer rubia.
-Panadero -dijo-, dame un trozo de tu pan. Tengo hambre.
La mujer era tan hermosa que el panadero la abrazó y la besó. Le dio un trozo de pan. Después ambos se quitaron la ropa. Hicieron juntos un agujero en la miga y se metieron en el pan: dentro rieron y durmieron juntos.
Cuando se hizo de día, los dos tenían tanta hambre que se comieron todo el pan.

Si se mastica un bocado de pan durante mucho tiempo, se vuelve dulce. Y si se pronuncia una palabra muchas veces, se vuelve extraña. Pan, por ejemplo, significa simplemente “Pan”, y Panpanpanpanpanpanpanpanpan… de pronto no significa nada o algo diferente. Cuando la palabra resulta totalmente desconocida, lo mejor es respirar un par de veces profundamente, quedarse quieto y esperar hasta que pan vuelva a significar “Pan”.