LA ZANAHORIA MISTERIOSA
En una casa ni muy grande ni muy
chica ni muy linda ni muy fea vivía una zanahoria misteriosa.
¿Por qué era misteriosa?
Porque nunca salía de la casa y nadie
sabía lo que hacía.
¿De qué trabajaba?
¿Cómo se llamaba?
¿Cuántos años tenía?
¿Para qué equipo hinchaba?
A veces los vecinos la veían de noche
asomada a una ventana.
Pero nada más.
Empezaron a sospechar de ella y a
tenerle miedo.
Algunos hacen así: piensan mucho
en las vidas de los otros, sospechan y se asustan.
Entonces decidieron contratar un
detective para investigar a la zanahoria misteriosa.
El detective se llamaba Rogelio
Elio.
Era un conejo.
Rogelio Elio llegó, se puso al tanto
de todo (que era poco, casi nada).
Luego toco el timbre en la casa ni
muy grande ni muy chica ni muy linda ni muy fea.
La zanahoria abrió la puerta, lo hizo
entrar.
¡Qué fácil!
Claro: a ninguno de los vecinos se
les había ocurrido tocar timbre.
Pasó un rato.
Rogelio Elio volvió a salir.
-¿Y?
-Era una zanahoria.
-¡Eso ya lo sabíamos!
-No tengan miedo, no va a
molestarlos.
Sonrió. Tenía restos de color
naranja entre los dientes.
Los vecinos le pagaron y se fue,
agitando el rabo.
Al día siguiente vieron que en la
casa ni muy grande ni muy chica ni muy linda ni muy fea había un nuevo
inquilino.
Era un tomate.
¿Qué hacía ahí?
¿Sería pariente de la
zanahoria?
¿De qué trabajaba?
¿Cómo se llamaba?
¿Cuántos años tenía?
¿Para qué equipo hinchaba?
El tomate no salía nunca de la
casa.
A veces lo veían de noche asomado a
una ventana.
Pero nada más.
Que basura es esto conchudo puto chupame la pijaaaaa
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