
Si los gatos negros trajeran mala suerte, nadie los querría. Y ellos, para que nos los reconozcan, se harían pasar por otros animales. Se disfrazarían de mono, de avestruz, de conejo o de gallina. (¡Jamás de perro!).
Pero los gatos prefieren estirarse al sol, andar por los techos con la luna y sentir el viento en los bigotes antes que sentarse a coser, tejer, cortar y bordar para confeccionar disfraces.
Y eso demuestra que los gatos negros no traen mala suerte.
¿Non sequitur?
ResponderEliminarSequitur en formato libro álbum, parece. Ojála. En brevis.
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