Todos los años, el sitio edge.org, reúne a sus integrantes –pensadores de distintas disciplinas dedicados a reflexionar sobre los cambios que dan forma al futuro– y les pide que respondan una pregunta. Este año, esa pregunta fue: “¿Qué idea nos ayudaría a pensar mejor?”. El diario Página/12 seleccionó y tradujo algunas de las respuestas. Aquí hay una.


LA VIRTUD DEL FRACASO

Podemos aprender tanto de un experimento que no sale bien como de uno que sí funciona. No debemos evitar equivocarnos; más bien, es una práctica que deberíamos cultivar y fomentar. Es una lección de la ciencia que podría beneficiar no sólo la investigación sino al diseño, a los deportes, la ingeniería, el arte, la vida en general.

Un gran diseñador gráfico genera un montón de ideas sabiendo que la mayoría terminarán siendo desechadas. Lo mismo ocurre con los arquitectos, escultores, microbiólogos. ¿Qué es la ciencia después de todo si no una manera de aprender de aquellas cosas que no funcionan, de nuestros propios errores?

Esta perspectiva sugiere que deberíamos aspirar a triunfar al mismo tiempo que nos preparamos a aprender de una serie de errores.

Pero hoy en día el fracaso no es tan noble. En la actualidad, el error no es considerado ni por asomo como una virtud. Es, en cambio, un signo de debilidad, un estigma que prohíbe segundas oportunidades. A los niños se les enseña que equivocarse conduce a la desgracia, que uno debe hacer todo lo que tiene al alcance para triunfar sin equivocarse.

Asociada a la idea de aceptar el fracaso está la noción de romper cosas complejas para hacerlas mejor. A menudo, la única forma de mejorar un sistema complejo es probarlo hasta sus límites forzándolo a fallar. Por lo general, los ingenieros testean un programa informático haciendo todo lo posible para colgarlo. Los grandes inventores tienen tanto respeto por romper cosas como los científicos tienen paciencia para lidiar con los errores. Ellos lo saben: fracasar es un camino más al éxito.

Kevin Kelly es autor de un par de libros, y cofundador de Wired, una revista sobre tecnología muy conocida en Estados Unidos. Es autodidacta. Abandonó la universidad para viajar durante diez años por Asia. Después cruzó Estados Unidos en bicicleta, durmiendo en los jardines de las casas.

2 comentarios:

  1. Muy, muy buena la idea de revalorizar los "errores o fracasos".
    Alguien me contó una vez la historia de la creación de las notas autoadhesivas, que tiene mucho de esto. La historia está contado en muchos lugares, les dejo un fragmento extraído de http://www.conexionbrando.com/1216909
    "Cuenta la leyenda que en 1968, la Minnesota Mining and Manufacturing Company (3M) le encargó a Spencer Silver, un joven químico de 28 años, el desarrollo de un potente pegamento. Silver fracasó rotundamente y dio con un pegamento débil, pero que no perdía su propiedad adhesiva con el uso. Intentó maquillar su cadáver buscándole otros usos, pero fracasó una vez más. En 1974, seis años más tarde, Arthur Fry asistió a un seminario interno dictado por Silver en el que éste mencionaba su fracaso. Fry era un devoto integrante del coro de su iglesia, y no uno de los más entrenados (por no decir el más desafinado), de modo que se veía en la necesidad de marcar sus partituras con indicaciones anotadas en papelitos que... se caían. De allí a la iluminación hubo un paso. Fry probó el fracaso de Silver, y ambos lo convirtieron en uno de los productos más exitosos de la historia de 3M."

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  2. gracias gotita! un cuento ahí!

    saludos desde la playa

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