El viernes pasado, el FILBA organizó una “toma literaria” de la plaza Armenia y me invitó a leer un fragmento de Hugo Besugo y el misterio del perro salchicha. Junto a mí, dibujando, estuvo el gran Fernando Calvi, ilustrador del libro. También estuvieron las chicas superpoderosas de la editorial Norma: Natalia, Daiana y Paulina. Mi lectura terminó con una inesperada explosión de fuegos artificiales, cuyo milenario e imperecedero atractivo dispersó al auditorio en pocos segundos. Eso me permitió quedarme con uno de los dibujitos de Fernando, que ahora está pegado en mi pared... (el dibujito, digo, no Fernando, que seguramente prefiere estar haciendo otra cosa. Además una vez intenté pegar a un amigo –Darío– en mi pared, y al rato se despegó y se fue de nariz al piso, y se le aflojó un diente, y desde entonces no me habla. Darío, si lees esto llamame. ¡Te pido perdón!).

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