Diario del Huevo. 16/12/2010. Hoy, harto de sudar, encendí el aire acondicionado. La torcaza estiró el cuello y se quedó un rato así, prestando atención. Después volvió a su posición habitual. Eso fue todo. Ningún problema. Supongo que estos bichos están tan acostumbrados a la ciudad, a sus ruidos y su confusión, tanto como nosotros. Aunque yo, si pudiera volar, ya me hubiera ido hace rato a un lugar más tranquilo, verde y silencioso. (Veremos si lo consigo andando).

No hay comentarios:

Publicar un comentario