CUENTO FANTÁSTICO
Me senté a escribir un cuento fantástico pero una mosca me
distrajo. Abrí el ventanal para que saliera y entró un dinosaurio.
Me senté a escribir sobre el dinosaurio pero llamó mi
abuela. Le hablé del dinosaurio. Ella dijo: “Esos bichos se extinguieron”.
Me senté a escribir sobre mi abuela pero el dinosaurio me
espiaba por encima del hombro, no me dejaba concentrarme. Abrí el ventanal para
que saliera. Volvió a entrar la mosca.
Me senté a escribir sobre el regreso de la mosca pero el
dinosaurio me dijo: “¿Así que bicho? Traé a tu abuela, a ver quién se extingue
antes”.
Me senté a escribir sobre la extinción pero llamó mi abuela otra vez y me dijo: “¿Para qué escribir sobre
eso? Hay que seguir adelante”.
Me senté a escribir sobre seguir adelante pero pensé que
“seguir”, siempre se sigue hacia “adelante”. ¿O se puede seguir hacia atrás?
Tal vez se puede seguir hacia adelante mirando hacia atrás, como quien camina
de espaldas.
Me senté a escribir sobre caminar de espaldas pero me choqué
con un montón de dificultades. La mosca se rió. “Vos te crees muy piola con tu
visión de 360 grados, ¿no?”, le dije. ”¿Pensás que eso me hace feliz?”, dijo
ella. “No sé, contame vos”, dije yo.
Me senté a escribir sobre lo que me contaba la mosca pero era
todo un bzz bzz bzz muy monótono y confuso, una especie de cuento contado por un idiota, lleno de ruido y de furia.
Me senté a escribir una especie de cuento contado por un idiota, lleno de ruido y de furia, pero me acordé que me
había sentado a escribir un cuento fantástico.
Me senté a escribir un cuento fantástico pero el dinosaurio me
dijo: “Atenti, no te olvides de mí, si estoy acá y no
cumplo ninguna función es un cuento fallido”.
.
Me senté a escribir un cuento fallido porque tenía un
dinosaurio que no cumplía ninguna función, pero sí: el dinosaurio cumplía la
función de crítico literario.
Me senté a escribir sobre la función del crítico literario
pero no supe qué decir y me senté a escribir un cuento fantástico.
Me senté a escribir un cuento fantástico.
Qué lindo, recordé un cuento fantástico y ridículo de Ricardo Mariño que leí en la escuela primaria, hace 23 años...Gracias Nicolás. Por el cuento fantàstico, por el dinosaurio, las interrupciones y este recuerdo...
ResponderEliminarGenial! Nos divertimos mucho al leerlo con mi hija Josefina de cuarto grado.
ResponderEliminarHermoso, me encanto, voy a leerle a mis alumnos de primer grado.
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