pablo picyk
AVENTURAS DE GANFREDO
El Tetudo
Después de la Pandemia del Murciélago, aparecieron en
nuestra ciudad todo tipo de bichos deformes y criaturas repulsivas: Cloacos,
Tetudos, Rabanacos, Lorodontes.
Un mediodía, mientras comíamos un asado, un Tetudo se aventuró en
el jardín de nuestra casa.
Mi tía empezó a gritar, mi abuelo escupió el vino y mi primo
Saverio, el enano luchador, corrió a buscar su casco de cuernos y su hacha
dorada, pero tropezó y quedó inconsciente en el piso.
–¡Qué escandalo! –dijo el Tetudo, con voz de engrudo–. ¡Solo
busco un pedacito de morcilla!
–No hay morcilla, no quedó –le dije yo, que era el único que
se atrevía a hablar con esa bestia–. Se las comieron todas las gemelas.
El Tetudo miró a Milena y a Malena, mis hermanitas gemelas.
–Tendré que abrirlas y sacar la morcilla de sus estomaguitos
–dijo.
–Usted es repelente –le respondió Milena.
–Usted es indignante –le respondió Malena.
Ellas son grandes lectoras y personas respetuosas.
–Estoy antojado –dijo el Tetudo, y abrió su bocota grasosa y
colmilluda.
Entonces tomé una cuchilla, se la arrojé y le di en medio de
la frente.
El monstruo chilló como un mamut enardecido. El aullido
despertó a Saverio, que por fin corrió a la casa y volvió con su casco de
cuernos y su hacha dorada.
Pero el Tetudo se estaba desinflando como un globo. Por la
herida que le hizo la cuchilla, se le salía el relleno. Eran cientos de gusanos
verdes y amarillos, que treparon a la mesa a comerse el resto del asado.
La piel del Tetudo quedó arrugada en el piso, como un
disfraz, un globo pinchado, una sábana vieja, un cuento mal contado.
Mi primo se subió a la mesa para darle a los gusanos con su
hacha. No servía de nada, porque se sabe que si se corta un gusano al medio, lo
único que se obtiene son dos gusanos.
–No seas absurdo –le dijo Milena.
–No seas palurdo –le dijo Malena.
Cada una agarró un libro y empezaron a aplastar gusanos a
los golpes.
–¡Yo me quedé con hambre! –protestó mi abuelo.
–Puedo hacer empanadas con la piel del bicho –propuso mi
tía, que siempre buscaba recetas nuevas.
Entre todos cargaron los restos del Tetudo en una carretilla
para llevarlo a la cocina.
Yo no participé porque tenía una cita con Lisandra, así que corrí
a perfumarme y cambiarme la peluca.
Continuará
#cuarentena arena